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Inmigrantes asisten a taller sobre micromachismo

Casi ninguno de los asistentes había escuchado antes la expresión “micromachismo”. “Estoy agradecida, porque yo no conocía esta información. El dueño del lugar donde yo trabajo es amoroso conmigo, pero no me toca ni me hace ojitos”, indicó una inmigrante haitiana, tras participar en un taller organizado por la Secretaría Regional Ministerial del Trabajo y Previsión Social en Talca.

En la oportunidad, la encargada del Programa “Hombres Por una Vida Sin Violencia” del Sernameg, Sonia Fernández, expuso sobre “Micromachismo y Trabajo”. “Es necesario desnormalizar la violencia, porque hay cosas que tal vez son aceptadas en sus países, pero aquí no”, señaló la psicóloga.

Fernández ofreció una serie de ejemplos de micromachismos en el ámbito laboral, como la presunción de que las mujeres deben servir café o poner las tazas para un desayuno de cumpleaños, aun estando estas actividades fuera de sus contratos. “Son ciertas formas de funcionar en el trabajo que hacen que tengamos desigualdad en el poder y que pueden traducirse en temas más complejos, como la discriminación salarial o el acoso sexual”, precisó.

Los micromachismos corresponden a prácticas machistas cotidianas, imperceptibles para los demás, porque son situaciones normalizadas.
“Hemos hablado con nuestros inmigrantes de ese machismo invisible que reproduce las relaciones de dominio y dependencia, que se manifiesta por ejemplo en la idea de que a las mujeres nos gustan los piropos o en el hecho de que a nosotras nos regalan flores y a los hombres lápices, para el aniversario de la empresa.

Queremos que ellas tengan claro todo esto, independientemente de donde vengan, pero son prejuicios que no solo nos cosifican, sino que además se traducen en salarios más bajos, menos oportunidades o peor aún, en acoso sexual”, dijo la seremi Elia Piedras.

La charla, que se realizó en la Fundación Madre Josefa, contó con la presencia de un centenar de inmigrantes, más varones que mujeres. “Me gusta una chilena en el trabajo, pero tengo miedo de acercarme por la forma en que reciben los comentarios”, reflexionó otro asistente, también originario de Haití.

La seremi aclaró que el acoso sexual es distinto a la coquetería, y que se presenta cuando una persona – hombre o mujer – efectúa, por cualquier medio, requerimientos de carácter sexual, no consentidos por la víctima, que amenazan o perjudican su situación u oportunidades en el empleo.

El taller también abordó la normativa que regula el Trabajo Adolescente Protegido, en una exposición que estuvo a cargo de la titular regional de la cartera.

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