En Estados Unidos, Adriana Smith, una enfermera de 31 años originaria de Atlanta, fue declarada con muerte cerebral en febrero de este año, justo cuando cursaba un embarazo de diez semanas.
Desde entonces, permaneció conectada a soporte vital debido a la legislación vigente en el estado de Georgia, que prohíbe el aborto tras detectar actividad cardiaca fetal, salvo contadas excepciones médicas.
Fue el 13 de junio, luego de permanecer más de 100 días en esa condición, que Smith dio a luz por cesárea de emergencia a un bebé que pesó poco más de 800 gramos.
El niño, llamado Chance, fue trasladado inmediatamente a la Unidad de Cuidados Intensivos para recién nacidos, donde se encuentra estable, aunque bajo observación crítica.
En conversación con el medio 11Alive, la familia de la mujer calificó la experiencia como una “tortura”.
Su madre, April Newkirk, explicó que los médicos les señalaron que, legalmente, no podían desconectarla mientras el feto no alcanzara la viabilidad fuera del útero.
“La he visto respirar durante más de tres meses, pero sé que ella ya no está. Mi nieto de siete años piensa que su mamá está durmiendo”, relató.
Según la legislación en Georgia, vigente desde la revocación del fallo Roe vs. Wade en 2022, se impide realizar abortos tras la sexta semana de gestación, salvo que la vida de la mujer corra peligro de forma inmediata o irreversible.
Sin embargo, el caso de Smith quedó en una “zona gris legal”, ya que al haber sido declarada con muerte cerebral, no se consideró que su estado implicara una amenaza activa a su vida.
En mayo, Emory Healthcare, la red asistencial que administra el hospital donde fue atendida, indicó a través de un comunicado a Associated Press que todas las decisiones clínicas fueron tomadas considerando el marco legal estatal.
“Nuestros profesionales se apoyan en la literatura médica, en el consenso clínico y en el marco legal vigente para ofrecer tratamientos individualizados que cumplan con la normativa de Georgia y otras leyes aplicables”, sostuvo la institución.
Newkirk señaló que no haber tenido la posibilidad de decidir fue lo más devastador del proceso: “No sé si habríamos optado por interrumpir el embarazo, pero ni siquiera pudimos contemplarlo. Eso nos dejó con muchas preguntas y dolor”.
Este miércoles 18 de junio, la familia tiene previsto desconectar las máquinas de Smith.
“Creo que cada mujer debería ser libre de tomar sus propias decisiones. Y de no poder hacerlo ella, deberían ser sus padres o su pareja quienes lo evaluaran”, reflexionó su madre.