Un estudio de la Universidad de Stanford respaldó que los cambios de hora dos veces al año puede ser perjudicial para la salud de la población y que lo ideal sería mantener el horario de invierno.
Los investigadores señalan que, en Estados Unidos, el cambio a horario de verano (en marzo, cuando comienza la primavera en el hemisferio norte) se ha asociado con una mayor cantidad de accidentes cerebrovasculares (ACV) y accidentes de tráfico mortales en días posteriores.
En cambio, mantener un solo horario todo el año disminuye estos riesgos, siendo el horario más beneficioso el de invierno, con más horas de luz durante la mañana, según el estudio.
La investigación de Stanford Medicine comparó 3 políticas horarias: el horario estándar permanente (mal llamado horario de invierno), el horario de verano permanente y el cambio de hora dos veces al año; y cómo afectan en los ritmos circadianos de las personas y su salud.
Cabe recordar que el “ritmo circadiano” es el reloj innato del cuerpo, que contempla aproximadamente 24 horas y regula muchos procesos fisiológicos del organismo.
“Demostramos que el cambio al horario estándar permanente conllevaría una disminución en la prevalencia de accidentes cerebrovasculares y obesidad“, dice el paper.
Los resultados indican que sí. Los científicos descubrieron que, para el ritmo circadiano, tanto el horario de invierno permanente como el horario de verano permanente serían más saludables que cambiar la hora dos veces al año.
Para el análisis modelaron la exposición a la luz, los impactos circadianos y las características de salud por cada condado en EE.UU. Así, obtuvieron algunas estimaciones clave.
Por ejemplo, con el horario de invierno permanente, se podrían evitar unos 300.000 casos de ACV al año y la obesidad se reduciría en 2,6 millones de personas.
Por oro lado, el horario de verano permanente tiene efectos similares, pero en menor medida. Habría unos 220.000 ACV menos y 1,7 millones de personas menos con obesidad.
Para mantener a raya el ritmo circadiano, los expertos dicen que se necesita más luz matutina “y menos luz vespertina para mantener una buena sincronización con un día de 24 horas”, manifestó en un comunicado, Jamie M. Zeitzer, investigador de la Facultad de Medicina de Stanford.
“Cuanta más exposición a la luz se recibe en momentos inadecuados, más débil es el reloj circadiano. Todos estos factores que influyen en el ciclo vital —por ejemplo, el sistema inmunitario y la energía— no se sincronizan tan bien”, explicó.
Si bien todo indica que el horario de invierno es el adecuado, el estudio tiene sus limitaciones, como el hecho de que se reduce a la población estadounidense, por ejemplo.
Además, es posible que los hábitos de las personas, como horarios de sueño, tiempos al aire libre, hora de levantarse, varíen en diferencia de los modelos que utilizaron para la investigación.
Sin embargo, Zeitzer aclara que los cambios de hora no alteran la cantidad total de luz diaria y aunque se mantuviera el horario de verano todo el año, en invierno de todas formas los días serían más “cortos”.
“Eso es el Sol y la posición de la Tierra. No podemos hacer nada al respecto”, planteó.