La dura caída electoral del bloque Chile Vamos desató tensiones y cuestionamientos en su interior, luego de quedar fuera de la segunda vuelta presidencial y sufrir un retroceso significativo en el Congreso. La candidata Evelyn Matthei, que meses antes lideraba las encuestas, terminó en quinto lugar, mientras los partidos del bloque exhibieron resultados por debajo de las expectativas, especialmente Evópoli, que quedó automáticamente disuelto al no cumplir el mínimo legal de representación parlamentaria.
Tras los resultados, diversas voces dentro de la coalición calificaron el escenario como el fin de un ciclo. Dirigentes como Cristián Monckeberg y Sebastián Sichel señalaron que Chile Vamos debe darse por cerrado y repensar el proyecto político de la derecha tradicional. En paralelo, figuras como Diego Schalper y Guillermo Ramírez llamaron a actuar con cautela y esperar el desenlace de la segunda vuelta antes de tomar decisiones estructurales, mientras en la UDI, RN y Evópoli se iniciaron reuniones internas marcadas por recriminaciones, balances y divisiones.
El complejo escenario también abrió discusiones sobre la reorganización del sector. Mientras algunos proponen fusionar partidos o avanzar hacia una colectividad única, otros rechazan la idea y apuntan a mantener identidades separadas. En ese contexto, la segunda vuelta presidencial se vuelve clave para ordenar fuerzas, al tiempo que la derecha enfrenta su peor resultado parlamentario en décadas, obligándola a repensar liderazgo, estrategia electoral y su relación con el electorado de centro y moderado.
