El cierre del Lago Vichuquén por riesgo sanitario, tras la detección de cianobacterias, ha generado un fuerte impacto económico en la comuna, donde más del 80% de la población depende directa o indirectamente del turismo asociado al lago. La restricción prohíbe el baño y todas las actividades recreativas, afectando a una comunidad que reúne cerca de 5 mil habitantes, cifra que supera las 19.500 personas en temporada estival al considerar población flotante.
Empresarios locales reportan una drástica baja en su actividad. Restaurantes del sector anticipan ventas que solo alcanzarán entre un 20% y un 30% de lo registrado el verano anterior, mientras que la oferta de arriendos enfrenta uno de sus peores escenarios. Según operadores turísticos, las reservas —que en años normales llegaban a una ocupación de entre 85% y 95%— hoy se reducen a apenas dos arriendos, lejos de los 50 habituales en estas fechas.
La crisis también genera preocupación por el deterioro de la imagen turística del destino, lo que podría afectar futuras temporadas. Autoridades y representantes gremiales coinciden en la urgencia de un plan de acción que combine medidas sanitarias, recuperación ambiental y apoyo económico, con el fin de evitar que el golpe al turismo local se prolongue más allá del verano 2025-2026.
