Una serie de sismos registrados en la zona cordillerana en las cercanías de la Laguna del Maule, ha encendido las alertas entre la comunidad científica y los habitantes del sector. De acuerdo con el doctor en geofísica Cristian Farías, el fenómeno responde a un sostenido alzamiento del terreno que lleva casi dos décadas en curso.
Entrevistado en Ciudadano ADN, Farías explicó que el suelo en el área ha venido elevándose a un ritmo promedio de 15 centímetros por año, lo que da cuenta de un proceso subterráneo de acumulación de magma. “Eso ya demuestra que tiene un cuerpo de magma que está queriendo llegar a la superficie, que está subiendo lentamente, pero que todavía no consigue subir”, advirtió el académico.
El reciente enjambre sísmico, que en su punto más activo registró cerca de 300 temblores en tan solo dos horas, evidencia una creciente actividad volcánica en el complejo Laguna del Maule, considerado uno de los más peligrosos del país por su potencial eruptivo. Aunque los sismos han sido de baja magnitud (entre 0.5 y 1.2), su frecuencia y localización en zonas con presencia de dióxido de carbono han puesto en alerta a los especialistas.
“La cantidad de magma que se ha estimado que hay debajo de la laguna, si es que la soltáramos toda en un solo evento, sería como el Chaitén”, señaló Farías, haciendo referencia a la catastrófica erupción de 2008 que dejó al volcán Chaitén como uno de los más destructivos del siglo en Chile.
Pese al inusual nivel de actividad, el nivel de alerta técnica se mantiene sin cambios por el momento. “Está pasando algo… pero todavía no se termina de desequilibrar como para que haya un cambio de alerta más grande”, afirmó el experto.
Farías llamó a la ciudadanía a mantenerse informada y a no entrar en pánico, destacando que “es un proceso único en el mundo. Como ciudadanos tenemos que ponerle ojo a lo que dice la geología, porque este sistema no está completamente alterado, pero sí está mostrando señales de vida bastante fuertes”.
El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y Senapred mantienen monitoreo permanente del complejo volcánico, mientras continúan evaluando la evolución de la actividad sísmica.