Durante meses, una serie de asaltos a viviendas en comunas del sector oriente fue atribuida a una inusual organización criminal: un padre junto a su hija adolescente, quienes además reclutaban a compañeros de colegio para participar en los delitos. Según la investigación de la fiscalía, Krishna San Martín, de 18 años, era la estratega: seleccionaba objetivos, evaluaba horarios y convencía a jóvenes —algunos recién salidos de condenas— a sumarse al grupo. Su padre, Luis San Martín, actuaba como ejecutor, ingresando armado a los domicilios y sometiendo a las víctimas con violencia.
La banda habría concretado al menos 15 robos, utilizando disfraces, documentación falsa y vehículos clonados para evitar ser identificados. Uno de los casos más graves ocurrió en Ñuñoa, donde un hombre con COVID fue amarrado y arrastrado mientras el grupo saqueaba su vivienda. Incluso una profesora de Krishna fue identificada entre las posibles víctimas.
Tras ser detenidos, Luis San Martín fue condenado a 18 años de cárcel, mientras su hija cumple una pena de libertad vigilada por su rol en la planificación y reclutamiento dentro de la organización.

